¿Qué dirías si hoy te contara que el viaje espiritual, nuestro viaje de transformación, inicia desde el vínculo con nuestro propio cuerpo? Solemos ignorar las señales que nos envía: un dolor de estómago, una contractura, el aire que nos falta. ¿Realmente le prestamos atención o buscamos apagarlo rápidamente con un analgésico o un descanso? El cuerpo es nuestro primer maestro, el portal de nuestra alma y el vehículo de toda la información inconsciente.
El corazón que se cierra: Una armadura invisible:
Ante los eventos difíciles de la vida, el trauma o la frustración, nuestra respuesta natural es cerrar el corazón. Nos ponemos un «escudo» o «armadura» para protegernos, creyendo que así sobreviviremos. Sin embargo, esta armadura nos aísla, bloqueando el contacto con el afecto y el sentir.
Cuando el corazón se comprime, se tensan los músculos del pecho y los hombros, y la espalda hace contrapeso, contracturándose. Esta zona cardíaca comprimida está directamente relacionada con nuestra cadera, la cual también se cierra. ¿Y qué hay en nuestra cadera? ¡Creatividad, flexibilidad, sexualidad, humor y la capacidad de relacionarnos con ligereza y sin defensas! Un corazón cerrado, una cadera cerrada.
Ahuecar y emerger: La estrategia de movimiento:
Para liberar lo que ha quedado comprimido, necesitamos seguir un proceso natural de movimiento:
1. Ahuecar el corazón: Detecta los momentos en que te cierras. No necesitas hacerlo de inmediato o frente a la persona. Trae el evento a tu imaginación y hazle espacio en tu pecho. Siente ese dolor, enojo o tristeza, permítete llorar o sentir la bronca. Ahuecar significa dar espacio y pulsar en tu propia vulnerabilidad. Estas emociones duran poco y, al sentirlas, no te quedarás a vivir en ellas.
2. Emerger completo y conectado: Después de ahuecar y dejarte afectar por el sentimiento, te das permiso para salir al mundo. Pero esta vez, no desde el pecho (que aún puede llevar la carga de las heridas), sino desde la cadera, con las piernas y los pies bien enraizados, y un corazón libre del peso acumulado.

Vulnerabilidad no es debilidad: Es autenticidad.
Confundimos vulnerabilidad con debilidad, pero son conceptos muy distintos. Cuando nos permitimos ser vulnerables, nos mostramos más auténticos, y la otra persona nos ve, nos escucha y siente nuestra presencia. La resistencia a nuestra vulnerabilidad, en cambio, se transforma en frialdad, desconfianza y palabras vacías. Nos preguntamos: «¿Por qué no me ven, no me registran, no me reconocen?», y la respuesta es que no nos estamos mostrando tal cual somos.
Incluso, la resistencia que sentimos ante un proyecto o una nueva dirección puede ser una señal. Solemos decir «si hay resistencia, no es por ahí», pero la verdad es que «si hay resistencia, SÍ es por ahí». Debemos atrevernos a entrar en esa resistencia para que nuestro verdadero propósito se manifieste desde nuestra autenticidad.
El viaje de «Descúbrete y vive»:
Este viaje de transformación implica también reconocer lo que está en la sombra, aquello que guía tu vida sin que te des cuenta, como se explora en las Constelaciones Familiares. Es un camino para develar secretos de tu presente, encontrar posibilidades de amor diferente y reconciliar lo que estaba fragmentado.
Para tirar del hilo de este autodescubrimiento, necesitas:
• Reconocer tu autoridad y decisión para redescubrirte.
• Estar dispuesto/a a renunciar a venganzas, enojos y resentimientos.
• La apertura y receptividad de un niño ante lo nuevo.
• Conciencia de tu cuerpo como vehículo de descubrimiento y canal de información inconsciente.
• Ponerte en movimiento y disponerte a recuperar tu alegría de vivir.
Hacia un propósito auténtico:
Enfócate en tu cuerpo, permítele hablar y escúchalo. Permítete ahuecar, sentir y dejarte afectar para emerger con fuerza hacia tu propósito de vida. Ojalá así tu alma se conecte con la vida que quieres vivir y no con la máscara que otros pretenden ver de ti. El otro no existe; eres simplemente tú, con tu compromiso de autenticidad.
Anímate a bucear en el mundo de tu corazón. El miedo muchas veces es socio del amor, no su enemigo, y te invita a entrar a esos espacios desconocidos que disuelven la resistencia y te llevan a tu máximo potencial.